Tal día como hoy, el 16 de abril de 1755, nació en París la gran pintora francesa Élisabeth Louise Vigée-Lebrun, considerada una de las mejores retratistas de la historia del arte.
Al igual que sucede con su compatriota y coetánea Adélaïde Labille-Guiard, su pintura comparte rasgos tanto de la estética Rococó, como del Neoclasicismo.
Durante su carrera, Élisabeth Vigée-Lebrun realizó más de 800 obras, entre las que se incluyen 600 retratos y autorretratos.
Su legado se conserva en las mejores pinacotecas del mundo, como el Musée du Louvre, la National Gallery de Londres, el Hermitage Museum de San Petersburgo, la Gemäldegalerie del Kunsthistorisches Museum de Viena, el MET Museum de NY o la National Gallery of Art de Washington DC.
Élisabeth Vigée-Lebrun fue hija y discípula del pintor Louis Vigée (1715-1767), miembro de la Académie de Saint-Luc, que murió cuando ella tenía 12 años.
Su formación continuó de la mano de algunos pintores reconocidos, como el paisajista Joseph Vernet (1714-1789) o el retratista Jean-Babtiste Greuze (1725-1805).
Desde su adolescencia, Élisabeth Vigée-Lebrun comenzó a trabajar profesionalmente en su propio taller, recibiendo encargos de retratos por parte de la nobleza y la aristocracia francesa. La fama de su talento llegó a oídos de la reina María Antonieta, quien la invitó a Versalles para realizar su primer retrato en 1779. Desde entonces, se convirtió en amiga personal de la reina y en su pintora favorita, ya que llegó a pintar más de 30 retratos suyos.
Gracias a la mediación de Maria Antonieta consiguió en 1783 convertirse en miembro de la Académie Royale de Peinture et de Sculpture.
Con la Revolución francesa y la detención de la familia real, Vigée-Lebrun fue identificada como monárquica y tuvo que huir con su hija a Italia. Permaneció en el exilio durante 12 años, viviendo en distintos países europeos, como Austria, Rusia, Alemania y Reino Unido, sin cesar nunca su actividad artística.
En 1810 regresó a Francia, estableciéndose en una finca en el pueblo de Louveciennes, cerca de París. En 1835 publicó su autobiografía titulada “Memoirs of Madame Vigée-Lebrun”.
Murió en su casa en 1842 a los 86 años.
Su más reciente reconocimiento tuvo lugar en el año 2016 con una gran exposición retrospectiva celebrada en el Grand Palais de París, que itineró al Metropolitan Museum de Nueva York y al Musée de Beaux-Arts de Ottawa.
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