Maruja Mallo (1902-1995)
- Diana Larrea

- 5 ene 2018
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Actualizado: hace 6 días

Tal día como hoy, el 5 de enero de 1902, nació en Viveiro (Lugo) la pintora vanguardista española Ana María Manuela Isabel Josefa Gómez González, conocida como Maruja Mallo.
Es una figura imprescindible en el arte español del siglo XX por su audacia y transgresión creativa. Perteneció al grupo de mujeres intelectuales de la Generación del 27 comprometidas socialmente con su tiempo, entre las que se encontraban figuras relacionadas con la literatura y las artes plásticas como la filósofa María Zambrano (1904-1991), la pintora Margarita Manso (1908-1960) o la periodista Josefina Carabias (1908-1980).
Maruja Mallo fue hija de Justo Gómez Mallo (1867-1933) y María del Pilar González Lorenzo (1875-1926). El matrimonio tuvo 5 hijos y 9 hijas, una de ellas murió a los 6 años en 1923.
Mallo comenzó estudiando en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés y en 1922 ingresó a los 20 años en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, junto con su hermano el escultor Cristino Mallo (1905-1989). Durante esta etapa de formación se relacionó con los alumnos vinculados a la Residencia de Estudiantes como Lorca o Dalí.
La obra de Maruja Mallo se divide en varias etapas creativas que se desarrollaron cronológicamente a lo largo de más de cinco décadas de trabajo, evolucionando desde una estética próxima al realismo mágico, siguiendo por una figuración de corte clásico similar a la nueva objetividad, hasta terminar en un tipo de abstracción constructivista. En su proceso creativo siguió siempre un riguroso método estructural, en el que las obras se ejecutaban por series temáticas.
Sus dos primeras series relevantes fueron “Verbenas” y “Estampas” (1927-1928), en las que centró su atención en la tradición de lo popular con una estética jovial y mágica. Estas series formaron parte de una exposición individual que inauguró en 1928 en los salones de la Revista de Occidente, fue organizada por el filósofo Ortega y Gasset. Esta muestra supuso un acontecimiento cultural en Madrid y situó el trabajo de Maruja Mallo en un puesto privilegiado dentro de la escena artística del momento.
Su siguiente serie fue “Cloacas y campanarios” (1929-1932), en la que dio un giro radical inspirándose en el concepto surrealista de lo siniestro, para ofrecer al espectador composiciones inquietantes apocalípticas de despojos orgánicos en descomposición. A esta serie pertenece el cuadro “Antro de fósiles” (1930), una imagen profética de lo que cinco años después sucedería en España con la muerte de la Segunda República Española y la Guerra Civil: más de medio millón de españoles asesinados y otro medio millón en el exilio, incluida la propia Maruja.
En 1932 consiguió una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para viajar a París y estudiar escenografía teatral. Allí celebró una muestra individual en la Galerie Pierre, donde André Breton adquirió su cuadro “Espantapájaros” (1930), de la serie “Cloacas y campanarios”.
Sus siguientes series, “Arquitecturas minerales y vegetales” y “Construcciones rurales” (1933-1935), nacieron de su deseo por fusionar lo natural/orgánico con lo geométrico/abstracto, en una línea similar a la de la Escuela de Vallecas.
Entre 1933 y 1934 Maruja ejerció como docente en el Instituto de Arévalo (Ávila). Tras esta experiencia fue invitada por la Escuela de Cerámica de Madrid en 1935 para realizar una serie de platos con motivos vegetales y geométricos que hoy no se conservan, pero están documentados en la fototeca del Archivo Moreno del IPCE. También encontramos en este archivo fotográfico sus diseños y objetos escenográficos.
Al estallar la Guerra Civil Española huyó a Argentina en 1937 y permaneció en el exilio 24 años, durante los cuales residió en Buenos Aires, Nueva York, Uruguay y Brasil.
Su serie “La religión del trabajo” (1936-1939) es un homenaje a la clase trabajadora relacionada con el mar y el campo. Maruja atribuyó a cada grupo de estos dos grupos respectivamente dos colores: el plata y el dorado. Los cuadros de esta serie son de gran tamaño y están construidos de manera simétrica con figuras monumentales inspiradas en diosas arcaicas, incluyendo símbolos pertenecientes a ambos mundos: peces, redes, espigas y hoces.
En su serie “Naturalezas vivas” (1941-1944) también utilizó arquetipos simbólicos marinos y vegetales (conchas, orquídeas, corales) unidos en simbiosis para crear nuevos organismos que aluden a un erotismo femenino. En los años 40 y 50 están datadas sus series “Cabezas bidimensionales” y “Máscaras”, ambas parten de una exploración sobre la identidad de los rostros humanos y la impostura teatral.
Mallo regresó a España en marzo de 1961 y tras una primera etapa de adaptación al nuevo contexto en Madrid, retomó el trabajo con una nueva serie futurista titulada “Moradores del vacío” (1968-1980). A principio de los años 80, su figura comenzó a llamar la atención de los medios nacionales que la entrevistaron en varias ocasiones. En estas grabaciones vemos a Maruja performar un personaje excéntrico y extravagante, como una máscara tras la que se ocultaba la artista.
En 1982 participó en la primera edición de la Feria ARCO y en ese año recibió la Medalla de Oro al Mérito de la Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Cultura. A este año pertenece su última serie, “Viajeros del éter” de corte cosmológico.
En la década de los 90 recibió varios premios institucionales como la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid en 1990 y la Medalla de Oro de la Xunta de Galicia al año siguiente. Sus últimos cinco años de vida cayó enferma y permaneció ingresada en una residencia sanatorio.
Con motivo de su 90 cumpleaños en 1992, la Galería Guillermo de Osma de Madrid celebró una completa muestra de su obra que fue comisarada por Juan Pérez de Ayala. En ella se mostraron 16 pinturas, 10 dibujos y 7 estampas.
Al año siguiente, el Centro Gallego de Arte Contemporaneo CGAC de Santiago de Compostela inauguró una muestra dedicada a la artista que itineró al Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires.
Maruja Mallo murió mientras dormía el 6 de febrero de 1995 a los 93 años.
Tras 30 años después de su muerte, en el año 2025 se inauguró su exposición retrospectiva más completa hasta ahora, con casi 200 piezas de pinturas, dibujos, fotografías y documentos. Bajo el título “Máscara y compás”, la muestra fue comisariada por Patricia Molins y organizada en colaboración por el Centro Botín de Santander y el Museo Reina Sofía de Madrid, que conserva en su colección 23 obras de Maruja Mallo.
Su cuadros también pertenecen al Art Institute de Chicago, el Centro Pompidou de París, el Malba Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el MNAV Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, el Museo Benito Quinquela Martín en Buenos Aires, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Museo Provincial de Lugo, el Museo de Pontevedra, la Colección Cristina Masaveu Peterson en Madrid, las Colecciones ABANCA y AFundación.



























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