Tal día como hoy, el 17 de febrero de 1909, nació en Austin la pintora surrealista estadounidense Gertrude Abercrombie.
Vivió casi toda su vida en la ciudad de Chicago, donde ejerció de maestra de ceremonias celebrando reuniones culturales en su propia mansión victoriana. En estas legendarias fiestas bohemias participaron amigos suyos escritores y músicos destacados de la escena jazz del momento, como el trompetista Dizzy Gillespie, el saxofonista Charlie Parker o la cantante Sarah Vaughan.
El legado y la aportación pictórica de Abercrombie se ha mantenido durante décadas en un lugar marginal de la historia del arte, sin ser reconocido hasta mucho tiempo después de su fallecimiento.
En su pintura representó paisajes vacíos, desolados, casi siempre nocturnos con colores fríos y oscuros. De una manera obsesiva recurrió una y otra vez a los mismos símbolos, como los gatos, la luna, los búhos o la espiral de las conchas.
Uno de sus autorretratos lo tituló enigmaticamente “Autorretrato de mi hermana”, haciendo referencia a una hermana que nunca existió ya que ella fue hija única. Este tipo de juegos autorreferenciales metaficticios eran recurrentes en sus cuadros.
A finales de la década de los años 50, tras dos divorcios y problemas financieros, Gertrude sufrió un grave alcoholismo que acabó con su vida a los 68 años en 1977.
Hoy sus obras se conservan en el Chicago Art Institute, el Smithsonian American Art Museum de Washington DC. o el Museum of Contemporary Art de Chicago.
