Tal día como hoy, el 9 de septiembre de 1908, nació en Hidalgo de Parral (Chihuahua) la pintora, activista, poeta y docente mexicana Aurora Reyes Flores.
Está considerada la primera figura femenina dentro del movimiento del Muralismo Mexicano.
Perteneció a una prestigiosa familia del porfirismo en la que su abuelo fue el destacado militar y político Bernardo Reyes (1849-1913).
A los 13 años Aurora ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria ENP, donde conoció a Frida Khalo (1907-1954) con quien inició una amistad que duraría toda su vida.
Aurora Reyes fue expulsada de la Escuela ENP al año siguiente por un conflicto provocado por defender sus convicciones sociales y políticas. Ingresó después en la Academia de San Carlos, pero no concluyó sus estudios académicos.
Militó en el Partido Comunista Mexicano desde muy joven y en 1936 se unió a la asociación intelectual de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios LEAR.
Estuvo implicada en agrupaciones feministas, apoyó la lucha del sufragio femenino y defendió el derecho de las mujeres a ocupar cargos públicos.
Durante 37 años, hasta que se jubiló en 1964, fue maestra de artes plásticas en las escuelas primarias de la Secretaría de Educación Pública, donde promovió la organización de las primeras guarderías para los hijos de las madres docentes.
Su primer mural fue “Atentado a las maestras rurales” y lo realizó en 1936 en el Centro Escolar Revolución de Ciudad de México. Además de éste, lo largo de su carrera profesional sólo pudo ejecutar cinco murales más: “Trayectoria de la cultura en México”, “Presencia del maestro en los movimientos históricos de la patria”, “Constructores de la cultura nacional”, “Espacio, objetivo futuro”; todos ellos realizados en el Auditorio 15 de mayo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y en 1978 llevó a cabo su último mural titulado “Primer encuentro” en la Sala de Cabildos de la Delegación Coyoacán (antiguo Palacio Cortés).
Todas sus obras nos muestran su compromiso socio-político, ya que para ella el arte y la vida conformaban un binomio inseparable.
El contexto artístico del muralismo mexicano se regía por un predominio masculino, por esta razón y por su coherencia política, Aurora fue vetada de los contratos institucionales en la última década de su vida y murió casi olvidada a la edad de 76 años en 1985.
