
Tal día como hoy, a finales del siglo XII, pudo haber nacido en Baviera una joven llamada Claricia, que trabajó en la Abadía de San Ulrico y Santa Afra en Augsburgo (Alemania).
En una época en la que el arte era una actividad anónima dedicada por entero al servicio de Dios, Claricia tuvo la osadía de autorretratarse columpiándose de una gran letra capital Q y firmar como autora con su propio nombre inscrito sobre sus hombros.
Claricia ha pasado a la historia por ser una de las pocas iluminadoras que firmaron su obra. Fue una de las responsables en ilustrar con miniaturas un libro medieval de salmos conocido como el “Salterio de Claricia”.
Se trata de un manuscrito románico que data de finales del siglo XII o principios del siglo XIII y que hoy se conserva en The Walters Art Museum de Baltimore, Maryland (USA).



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