Tal día como hoy, el 25 de enero de 1853, fue bautizada en Bilbao la fotógrafa pionera vasca Eulalia Abaitua.
Representa un caso singular de mujer que fue capaz de sortear la discriminación de género que inundaba el contexto español durante el siglo XIX y desarrolló su vocación fotográfica con talento e inteligencia.
Su legado comprende 2.500 imágenes de gran valor cultural y antropológico, datadas entre 1873 y 1936, que se conservan en el Museo Vasco de Bilbao/Euskal Museoa. Su interés se centró en retratar a individuos procedentes de todo tipo de clase social contextualizados en su entorno cotidiano. Mostró una particular atención por documentar la labor de las mujeres rurales trabajadoras, como lavanderas, agricultoras, aguadoras, sardineras o lecheras; así como por registrar escenas costumbristas y tradiciones populares.
Eulalia nació en una familia de la alta burguesía vasca y se quedó huérfana con un mes de vida. Estudió en un selecto internado de Barcelona y más tarde, con la Tercera Guerra Carlista, su familia se mudó a Liverpool, donde Eulalia contrajo matrimonio con un ingeniero naval español.
Se cree que fue allí donde comenzó a interesarse por las técnicas fotográficas, adquiriendo un equipo completo de laboratorio y cámaras estereoscópicas.
Alrededor del año 1879, la familia con sus cuatro hijos trasladaron su residencia junto al Santuario de Begoña (Bilbao), en una lujosa mansión llamada el “Palacio del Pino”, donde Eulalia instaló su laboratorio fotográfico en el sótano de la vivienda.
Nunca ejerció como profesional sino como aficionada, sin tener que depender económicamente de su trabajo para vivir.
Murió en su ciudad natal en 1943 a los 90 años.
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